martes, 10 de febrero de 2015

Privatización de las plazas de toros


En estos días difíciles para la tauromaquia en los que los números rojos asfixian a ganaderos y empresarios, tenemos que buscar soluciones a nuestros problemas. Pero soluciones de verdad. Si los toros están en números rojos como afirman muchos, ¿por qué no cambiamos nuestro sistema de gestión para hacerlo más eficiente y adaptarlo a los tiempos que corren? Quizá sea porque las cosas no van tan mal, o simplemente, porque hay un conformismo generalizado.

Hay un tema que destaca sobremanera: las plazas de toros y su modelo de gestión. Como todos sabemos, las plazas de toros pertenecen a la administración pública, quien se aprovecha de los beneficios extraordinarios para exprimir a empresas, con pliegos que ahogan los sueños de muchos emprendedores jóvenes con ideas frescas. Es injusto que sigamos pagando salvajadas a algunos ayuntamientos y que a cambio sólo recibamos campañas de desprestigio y poco compromiso político para con la Fiesta. Ya no hablamos sólo de jóvenes empresarios, hablamos también de la inviabilidad de muchas ferias por las cláusulas abusivas de los pliegos.

Dicho esto, es posible que el mejor modelo de gestión sea hacer un esfuerzo por comprar las plazas de toros. Que pasen a ser de empresas privadas. Entonces, quizá habría oligopolio, pero no es eso de lo que va mi propuesta, sino de una sustitución de la administración pública por la privada, es decir, cada cinco años, por ejemplo, se eligen nuevos gestores para cada plaza, sin barreras de entrada y salida, donde gane el proyecto más innovador y beneficioso para la Fiesta. La posesión de las plazas de toros sería de una sociedad creada al uso y la gestión de las mismas de la empresa cuyo proyecto sea más beneficioso.

Estas palabras puedan parecer una utopía, pero es una posible solución a los problemas económicos que acechan al sector.

Javier Comos

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