lunes, 2 de diciembre de 2013

José Tomás, figura del toreo.

Antes que nada, definamos el término figura del toreo.
Es el lidiador absoluto, quien es capaz de llenar plazas allá por dónde pasa, quien tiene como virtud máxima el temple, quien cada vez que torea abandona su cuerpo para dejar torear al alma, es quien manda.
Ahora mismo, sólamente hay un torero que cumpla con tan excelentes virtudes, José Tomás. Es el único que tiene poder sobre empresarios, toreros, ganaderos y medios de comunicación. Sé que muchos me diréis e intentareis argumentar vuestra opinión con el poco número de corridas que lidia, pero, disculpenme si les digo que yo prefiero la calidad a la cantidad. Me gusta ver a un torero que sabes que saldrá por la puerta grande o por la enfermería.
Sí, no les niego que me gustaría verle más, pero pensemos en la exclusividad. Cuando algo es exclusivo e inimitable, a la altura de los Dioses del Olimpo, se valora sobremanera, pero si se abusa de ello se corre el riesgo de que llegue a hastiar.
Es figura del toreo por esa muñeca privilegiada que mece la muleta al compás de la embestida del toro, por su extrema quietud y fino gusto por el riesgo.
Es figura porque cada tarde escribe un nuevo capítulo en el libro del toreo, arrebatándo lágrimas, sonrisas e incluso emociones desconocidas al verle torear.
Señores, por todo ésto, considero a José Tomás como única y absoluta figura del toreo. 



Javier Comos (@duquecomos) 

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